
Esos rostros... la sorpresa... Mis padres iban a misa de 11:00 en Nuestra Señora de la Paz en el malecón, con la brisa del mar mejor que cualquier aire acondicionado. Yo iba a misa mucho más temprano en nuestra parroquia de San Antonio para después ir a la 'Tanda Vermouth' del cine Elite. Algunos domingos cuando la película no me interesaba o porque luego íbamos a pasear o a visitar a los abuelos más temprano que de costumbre, iba con mis padres a la misa de 11:00. El señor de gesto amable y traje inmaculado que siempre se sentaba en el banco delante del nuestro era amigo de infancia de mis padres y nos daba la paz con un gran cariño reciprocado. Para mí era solamente "Don Salvador" sin apellido hasta ese día cuando su retrato apareció en los periódicos. Lo había visto en misa el domingo anterior. Se había arrodillado como de costumbre. Nos había saludado como de costumbre. ¿Tal vez un poco más serio? ¿Habría alguien podido notar algo diferente ese domingo? El plan ya estaba forjado y para un hombre religioso, el hecho de quitarle la vida a otro debe haber pesado en su alma de manera aplastante. El domingo siguiente su banco estaba vacío. Luego vinieron la prisión, la tortura y la muerte a manos de un mequetrefe alcoholizado. No todos los héroes visten de uniforme o levantan un sable. Don Salvador sabía arrodillarse y rezar porque era un verdadero hombre.