Una talentosa joven, miembro de una familia de apellido que se remonta a uno de esos treinta caballeros que crearon su ciudad natal. Bonita e inteligente, llena de sueños e ilusiones. ¿Su mayor anhelo? Ser modista de alta costura, estudiar diseño y confección en París. ¿Su plan? Muy sencillo, conseguir un puesto en una boutique de alta costura en Park Avenue, ahorrar sus dólares y luego marchar a Europa. En el 1943 ese sueño se enfrentaba a una guerra mundial por un lado y una dictadura por el otro. También había una guerra interna contra las muchachas bonitas. La que llamara mucho la atención podía ser 'privilegiada' con la tarea de entregar su virginidad al jefe de todos los dominicanos. Pues claro que apareció el lambesacos que quiso entregársela al señor aquel. Enterada su madre, la despachó súbitamente al sitio más lejano que pudo encontrar dentro del territorio dominicano hasta que las aguas volvieran a su nivel. Mientras tanto, los anhelos de la joven se vieron frustrados una y otra vez ya que no hubo manera de que pudiera conseguir un pasaporte. La familia estaba en desgracia. Fue una época de hambre y miseria para muchos. Trató por todos los medios y lo único que consiguió fue dilapidar sus ahorros. Todas las puertas se le cerraron. Afortunadamente tenía recursos intelectuales para graduarse en la Escuela Normal y titularse como maestra. Fue una maestra excepcional que enseñó a leer a generaciones de niños de las familias más distinguidas. La beneficiada de la frustración de su parte artística fue su hija, porque desde que nació volcó su creatividad en su vestuario. Esa bella joven, con sus ambiciones frustradas por un régimen medieval donde sólo los que se doblegaban y gritaban vítores recibían recompensa; esa maestra que canalizó su impotencia y la convirtió en la zapata del conocimiento para tantos niños que hoy son hombres de bien y la recuerdan con emoción y cariño, esa modista entrañable, es mi mamá.
INVITACION AL RECUERDO
Los dominicanos que nacimos entre 1930 y 1961 nacimos en La Era. Los que nacimos en La Era aprendimos desde la cuna a hablar poco y callar todo. Los que nacimos en La Era sabíamos por ósmosis que vivíamos en el terror. Lo sabíamos aunque nadie nos lo explicara. Los que nacimos en La Era recordamos tiempos tan apacibles que tenían que ser un mito. Y así era. Debajo de esa engañosa tranquilidad había un tumulto de horrores y temor que lo empañaba todo. Y aún así vivimos una niñez dorada... ESTE ES EL SITIO PARA RECORDAR...