Saturday, July 4, 2009

PAPI, TRUJILLO Y EL CARRO

"Barco grande ande o no ande" era uno de los lemas de Papi. Nada de Austin ni Peugeot ni Opel. Lo de él era American Motors, General Motors, Chrysler, mientras más grande mejor. El Chevrolet Impala que escogió en el 56 era el único en el país, lo que no era tan fascinante como se oye porque había muy pocos carros en el territorio nacional, lo que hacía que un carro de esa envergardura se notara aún más. Color coral, con aletas de gaviota, cromo por todas partes, ventanas eléctricas. El carro quitaba el hipo. Una mañana de verano, Papi de viaje en el interior inspeccionando unos canales de riego o algún otro tipo de construcción, suena el teléfono y es de su oficina. Que dónde está el ingeniero. Que está de viaje de trabajo. Que llame inmediatamente que llegue. Las llamadas empezaron temprano y ya para las tres de la tarde habían sido tantas que Mami estaba segura que Papi iba directo para la tenebrosa Cuarenta, de donde muy pocos salían para contarlo. Nerviosa, temblorosa, sin saber con quién hablar ni qué decir, esperando ansiosamente que llegara Papi. Al fin, como a las cinco, llega Papi con cara de que vio por lo menos un fantasma. Esta es la historia: Una noche de esa semana habíamos ido a visitar a los abuelos en la Zona Colonial y a dar un paseo por el malecón. Al bajar por la Máximo Gomez nos desviaron porque El Jefe estaba tomando su paseo vespertino, no sin que antes el susodicho llegara a darle una ojeada al vehículo. Inmediatamente quiso saber quién era el dueño y cuando se lo dijeron, envió una orden diciendo que un ingeniero joven, casi empezando su carrera, no podía tener un carro de esa índole. Pues Papi tuvo que devolver el carro. No porque no pudiera pagarlo -lo que sí podía y con creces- sino porque el Jefe se había antojado de él para regalárselo a una querida. Como diría el Sr. Ripley, Créalo o No. Un año después Papi compró un Mercury aún más despampanante. Pero tuvo mucho cuidado de no volver a pasear por el malecón a la hora de la caminata del Jefe.

1 comment:

  1. Wow!!! Recuerdo la historia contada por papi, con mucho orgullo (por supuesto muchos anos despues de la muerte de Trujillo), y como diria el, me imagino que ese dia sudo perrubias.

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INVITACION AL RECUERDO

Los dominicanos que nacimos entre 1930 y 1961 nacimos en La Era. Los que nacimos en La Era aprendimos desde la cuna a hablar poco y callar todo. Los que nacimos en La Era sabíamos por ósmosis que vivíamos en el terror. Lo sabíamos aunque nadie nos lo explicara. Los que nacimos en La Era recordamos tiempos tan apacibles que tenían que ser un mito. Y así era. Debajo de esa engañosa tranquilidad había un tumulto de horrores y temor que lo empañaba todo. Y aún así vivimos una niñez dorada... ESTE ES EL SITIO PARA RECORDAR...

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