Wednesday, July 22, 2009

EL PARQUE RAMFIS


NO PISE LA GRAMA --- NO CORTE LAS FLORES ---
CUIDE SU JARDIN

Absolutamente, damas y caballeros, niñas y niños, cuidado con cortar los cigarrones, todos del mismo color y plantados como batallones de soldados en atención con crestas rojas en los kepis. Los 'tú y yo', con sus espinas como cimitarras talibanescas nos mantenían al margen, obligándonos a pasear sólo por las calzadas impecables. Cuidado con pisar la grama mi vida, porque viene el guardia y te lleva presa. Había columpios, subibajas y montaña rusa. El estanque se había convertido en piscina donde 'nadaban' los tigueritos, pero los niños de mamá ni pensar en meter los pies. Ni mires para allá, eso está lleno de parásitos. Este balneario improvisado era una aberración pasada por alto por los guardias y vigilantes probablemente hastiados por la imposibilidad de contener a la muchachada durante la canícula. Era un parque de plano monumental y gran elegancia. En la parte posterior, un pabellón parcialmente ocupado por la escuela de ballet donde aprendí las cinco posiciones, el plié, el demi-plié y el arabesque con 'La Madame' sentada en su silla y marcando el compás con el bastón. Al lado oeste, más cerca de la Crucero Ahrens, había otro estanque pequeño y mágico donde los renacuajos se convertían en ranas ante nuestros ojos asombrados y la estatua de Baden Powell, no el jazzista brasileño sino el creador de los Boy Scouts, nos miraba con ojos que parecían decir, Se embromaron, miren en qué país les tocó nacer. Al cruzar la Crucero Ahrens, en la esquina con el malecón, el edificio del Partido Dominicano. El único partido necesario ya que las elecciones siempre las ganaba el mismo candidato o alguien designado por él. "Mis Mejores Amigos son los Hombres de Trabajo". Lema a luces de neón en la fachada. Adentro, me imagino, ya que nunca entré hasta que se convirtió en el Conservatorio de Música, después de La Era, los burócratas en su empeño de mantener a todos los dominicanos al día con su 'Palmita', que era el carnet de los miembros. Y si no tienes tu palmita vas a pasar vicisitudes para conseguir un empleito, mi hijo, así que mejor ve a inscribirte. Un parque digno de La Ciudad más Limpia de América. Un parque donde frecuentemente a primera luz del día aparecían cadáveres que nadie se atrevía a identificar. Los renacuajos, prosiguiendo con su metamórfosis milenaria, eran los únicos testigos en la noche tenebrosa de La Era.

Monday, July 20, 2009

COMO ME LO CONTARON TE LO CUENTO

Verdad o no, la historia es que un joven sentado en el Parque Colón leía El Caribe una fresca mañana caribeña. Corría el año 1958, el mundo cambiaba, se sentían corrientes políticas aciclonadas, había agitación por toda latinoamérica, barbudos en la Sierra Maestra. Y en nuestra soñolienta capital todo seguía tan superficialmente tranquilo como siempre. El joven, en su furor juvenil, exclamó, "¡Oyeme, pero este periódico no trae noticias de ná!" Para su eterno sentir sus palabras llegaron a los oídos de un guardia que hacía yuca por los frentes del cine Capitolio. Se apersonó el defensor de La Era y con un macanazo por los fundillos al aturdido jovenzuelo, lo levantó en vilo. "¿Cómo que no trae noticias de ná? Párese ahí y empiece a leer, carajo. Y Viva El Jefe!" El joven pasó el resto del día de pie ante la estatua de Colón leyendo pausadamente desde el encabezado hasta el último anuncio de "Se traspasa negocio por no poderlo atender su dueño" habiendo antes pasado por Avivato y Trucutú. ¡Oh, qué realmente gloriosa era La Era!

Thursday, July 9, 2009

EN LA TIERRA DEL YO NO SE

Rubén, Ruthie, Mercedes Carmen, Andresito, Mingo

¿Cómo te llamas? Mercedes Carmen
¿Dónde vives? En la Calle Santomé entre El Conde y la Arzobispo Nouel.
¿Cuántos años tienes? Seis
¿Cómo se llama tu abuelo? Bienvenido Lora
¿Quién viene a visitar a tu casa? Yo no sé.
¿De qué hablan en tu casa? Yo no sé.
¿Dónde van tus tías a visitar? Yo no sé
¿Quién se queda a dormir en tu casa? Yo no sé.


Era una instrucción militar la que nos habían dado a mis primos Andrés y José Domingo y a mi. Los prisioneros de guerra sólo dan su nombre, rango y número de serie. Los niños de La Era vivíamos en un bellísimo y tropical campo de concentración. Las conversaciones, mayormente susurradas, cesaban repentinamente cuando aparecía una de las trabajadoras. En esos años Doña María Trujillo tuvo la brillante idea de formar una escuela para doncellas donde se les indoctrinaba para trabajar como espías del régimen, copia fiel de los grupos formados por los Nazis en los años 30.

Era no saber sabiendo. No éramos tontos. Sentíamos que había un trasfondo de miedo cuando las tías se escondían dentro del armario para oir el radio de onda corta. Notábamos los rezongos a media voz de los mayores cuando escuchaban las alabanzas al régimen en el radio o cuando leían los insultos que aparecían en el períodico, en el odiado Foro Público. Pero aún así, lo niños de La Era no sabíamos nada aunque estuviéramos enterados de todo.

Saturday, July 4, 2009

PAPI, TRUJILLO Y EL CARRO

"Barco grande ande o no ande" era uno de los lemas de Papi. Nada de Austin ni Peugeot ni Opel. Lo de él era American Motors, General Motors, Chrysler, mientras más grande mejor. El Chevrolet Impala que escogió en el 56 era el único en el país, lo que no era tan fascinante como se oye porque había muy pocos carros en el territorio nacional, lo que hacía que un carro de esa envergardura se notara aún más. Color coral, con aletas de gaviota, cromo por todas partes, ventanas eléctricas. El carro quitaba el hipo. Una mañana de verano, Papi de viaje en el interior inspeccionando unos canales de riego o algún otro tipo de construcción, suena el teléfono y es de su oficina. Que dónde está el ingeniero. Que está de viaje de trabajo. Que llame inmediatamente que llegue. Las llamadas empezaron temprano y ya para las tres de la tarde habían sido tantas que Mami estaba segura que Papi iba directo para la tenebrosa Cuarenta, de donde muy pocos salían para contarlo. Nerviosa, temblorosa, sin saber con quién hablar ni qué decir, esperando ansiosamente que llegara Papi. Al fin, como a las cinco, llega Papi con cara de que vio por lo menos un fantasma. Esta es la historia: Una noche de esa semana habíamos ido a visitar a los abuelos en la Zona Colonial y a dar un paseo por el malecón. Al bajar por la Máximo Gomez nos desviaron porque El Jefe estaba tomando su paseo vespertino, no sin que antes el susodicho llegara a darle una ojeada al vehículo. Inmediatamente quiso saber quién era el dueño y cuando se lo dijeron, envió una orden diciendo que un ingeniero joven, casi empezando su carrera, no podía tener un carro de esa índole. Pues Papi tuvo que devolver el carro. No porque no pudiera pagarlo -lo que sí podía y con creces- sino porque el Jefe se había antojado de él para regalárselo a una querida. Como diría el Sr. Ripley, Créalo o No. Un año después Papi compró un Mercury aún más despampanante. Pero tuvo mucho cuidado de no volver a pasear por el malecón a la hora de la caminata del Jefe.

Thursday, July 2, 2009

LA CALLE DEL CONDE - PARTE I

"La Ciudad Más Limpia de América. Así se anunciaba la capital en aquellos años de La Era. Y lo era. Limpia. Tranquila. Fresca. No había necesidad de aire acondicionado. Teníamos pijamas de lanilla - las mías con bailarinas rosadas y flores azules, las de mis primos con indios y vaqueros. Aunque no lo crean, las camas tenían "frisas" en el invierno. Las doñas usaban estolas tejidas o de pieles. Mami tenía una de zorro plateado. Las niñas usábamos swetercitos de orlón con botoncitos de perlas comprados en La Opera, pero esa es otra historia. Nadie cerraba la puerta de la calle. Muchos hasta habían perdido la llave. Y cortando la ciudad de este a oeste, de norte a sur, de esperanza a frustración, ahí estaba la Calle del Conde. Donde las chicas iban a pasear para que las admiraran los jóvenes sentados en los cafés o parados en las esquinas. Los piropos, las sonrisas. Mis tías y sus amigas, estudiantes universitarias, con sus faldas de mil varas y sus crinolinas almidonadas que susurraban suave y seductoramente con cada paso que daban.
Cuidado con correr. El guardia te está mirando. Cuidado con hablar alto. El guardia te está mirando. Joven, por favor, póngase el saco, no lo lleve doblado sobre el brazo, el guardia lo está mirando y puede pensar que está usted escondiendo un arma. No diga que yo se lo dije, pero aquí los jóvenes desaparecen.

A las cinco de la tarde, toque de corneta desde el Baluarte. Los transeúntes se detienen, los señores se quitan el sombrero, las damas ponen la mano en el pecho. El tráfico de dos vías para. Se arría la bandera. Toque de corneta. Proseguimos nuestra caminata. Cada día igual. A la glorieta del Parque Independencia a jugar "una candelita/a la otra esquinita". Del Parque Independencia al Parque Colón. Un ice-cream soda en la barra de La Opera. Cada tarde, cada anochecer, igual. Sonrisas y murmullos de juventud. Yo niña, viendo las vitrinas, queriéndolo todo. Los grandes entrando al cine. La Ciudad Más Limpia de América anestesiada en su letargo extenso del que saldría algún día para convertirse en lo que es hoy. ¿Y qué es hoy? Lo que quieras, pero definitivamente limpia o tranquila, no.


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INVITACION AL RECUERDO

Los dominicanos que nacimos entre 1930 y 1961 nacimos en La Era. Los que nacimos en La Era aprendimos desde la cuna a hablar poco y callar todo. Los que nacimos en La Era sabíamos por ósmosis que vivíamos en el terror. Lo sabíamos aunque nadie nos lo explicara. Los que nacimos en La Era recordamos tiempos tan apacibles que tenían que ser un mito. Y así era. Debajo de esa engañosa tranquilidad había un tumulto de horrores y temor que lo empañaba todo. Y aún así vivimos una niñez dorada... ESTE ES EL SITIO PARA RECORDAR...

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